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Los tres observamos el hambre voraz del pequeño, que se aferró a mi pezón con la energía de un niño mayor y contrario a lo que esperaba, su firmeza me entristeció; porque esa era una prueba más de que él llevaba la sangre intrépida de los Édazon y por lo tanto, su destino estaría ligado a la acción y no a la paz envidiada por los hombres pacíficos.

—Será un guerrero— declaró mi esposo, revelándome que pensaba en lo mismo que yo—. Un conquistador temerario.

—Su madre preferiría tenerlo un poco más en brazos antes de darle un arma.

El rey estalló en carcajadas, que se unieron a las de Leanne y por alguna razón, mi tristeza aumentó.

— ¿Cómo reaccionó Éhiel al enterarse de que envié a mis hombres a las fronteras? —Indagué, dejando a un lado los temas agradables.

—Luna mía, no tienes de que preocuparte —me aseguró él, acariciándome la mejilla tiernamente—. Las tormentas están azotando las tierras del norte y cuando Éhiel consiga reunir a sus hombres, ya estaremos en condiciones de defender
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