—Necesito regresar a mis aposentos— alcancé a decirle—. Me siento indispuesta.
— ¿Está enferma? —Me interrogó preocupado.
Me habría encantado recordarle que sus maltratos no ayudaban a mi salud, pero ya no tenía fuerzas para pronunciar palabras y me limité a descender del caballo con su asistencia, y a caminar en busca de mis doncellas.
—Necesito descansar— les dije.
Probablemente todos advirtieron lo que me ocurría, sin embargo, el rey no pudo seguirme porque de inmediato lo rodearon los nobles para felicitarlo y presentarle nuevos obsequios que no se debían rechazar.
Dízaol y Blehien tuvieron que tomarme de las manos, cuando en la seguridad de los corredores, las piernas me flaquearon. Ellos se asustaron más de lo que cabía esperar y escuché como Dinné corría en busca del médico real, luego de ser advertida por el guerrero para que no provocara el pánico, extendiendo la noticia innecesariamente.
Mi lecho nunca me pareció tan suave como en aquel momento en el que logré reclinarme so