Después del ritual, los cuatro estaban permanentemente conectados de manera que trascendía su lazo previo. Ya no era solo sentir emociones del otro—podían compartir pensamientos, sentimientos y lo más importante, poder. Cuando luchaban juntos, eran prácticamente invencibles.
Los días siguientes fueron de ajuste y aprendizaje. La conexión era tan intensa que a veces era difícil distinguir dónde terminaba uno y comenzaba el otro.
—Acabo de pensar en té y Luna ya está preparándolo —Dante comentó una mañana, observando a Luna verter agua caliente antes de que él hubiera verbalizado su deseo.
—No es que lo pensaste— Luna explicó. —Sentí tu sed a través del lazo antes de que fueras consciente de ella. Es... extraño pero hermoso.
—A veces siento tus sueños— Aria añadió. —Anoche soñé que era sanadora, curando heridas con luz. Pero no era mi sueño, era el tuyo, Luna.
—Y yo soñé que peleaba con espada— Luna se rió. —Definitivamente tu influencia, Aria.
Zara era la más afectada. Después de mil