Helena miró el reflejo en el espejo.
Dio un vistazo a su ropa. La falda era demasiado corta, el escote revelador y los zapatos altos parecían sancos. No se sintió cómoda, pues aquel estilo no era lo suyo.
Pero debido a la misión no debía cambiar.
―Señora, ya es hora ―dijo Roger desde la sala del apartamento.
Helena salió de su habitación y vio al hombre.
El pantalón negro hizo notar lo largo de las piernas y aquella cadena dorada le quedó muy bien sobre la camisa fresca. Hasta notó los múltiples tatuajes en ambos brazos debido a las mangas cortas.
―Ese estilo te queda muy bien. Deberías vestirte así más seguido ―dijo Helena con asombro.
Roger cambió su habitual ropa formal por informal. Un estilo que le hizo parecer un joven y extravagante heredero de alguna mafia extranjera.
Incluso el cabello con corte militar, casi rapado, de cierta manera combinó bien con todo el conjunto.
―Gracias, pero concentrémonos. Tenga.
Roger le proporcionó una hoja llena de información. Helena suspiró d