Helena estuvo más que asombrada.
Ambos habían salido para mantener las apariencias o para conseguir algo para la investigación, pero nunca fue para mero entretenimiento.
Ella sospechó.
Russell se había vuelto más cariñoso, pero nunca mencionó algo sobre hacer real a la relación, así que trató de mantener la calma.
Mientras él no hablara sobre sus verdaderos pensamientos, ella no diría y reservaría los suyos.
―Está bien, vamos ―dijo Helena, con voz suave―. ¿Cuándo?
―Mañana por la noche. Como hoy vas a entrenar, y no quiero agobiarte... ―Él se acercó más a ella, al punto de que sus muslos rozaron.
A Helena le pareció perfecto. Había adquirido un entrenamiento de etiqueta intensivo con Gloria para ser una esposa de alto rango.
Aparte, entrenó con Roger bajo los agudos ojos de Russell, para poder defenderse o, en los mejores casos, esquivar el peligro.
Por lo que tomarse un descanso de todos esos asuntos le cayó muy bien.
El auto ingresó en un enorme hangar. Helena se había familiarizado