Lobo Blanco ll.

No dije nada enseguida.

Pensé en todas las señales que antes decidí ignorar.

No hubo gritos. No hubo escena. Solo esa sensación seca, hueca… como cuando algo se rompe sin hacer ruido. Un clic interno. Sutil. Final.

No sentí rabia. No aún. Lo que sentí fue una calma rara, como si algo dentro de mí simplemente se hubiera detenido. Como si lo que dolía ya no tuviera permiso para doler.

Supongo que esperaba lealtad. No por ingenuo, sino porque lo di por hecho. Como uno da por hecho que el suelo no va a ceder bajo los pies.

Pero cedió.

Solo entonces obligué a mis labios a separarse y a mi voz a salir.

-Un cachorro.

-¡Si! Por fin, después de tanto tiempo intentándolo... oh, Alderik. Vas a ser un papá tan maravilloso...

La dejé seguir hablando.

Mientras ella hablaba sobre el futuro, yo contemplaba su mentirosa y traicionera cara con la mente en blanco.

Cuando por fin hizo una pausa, le dije que tenía que salír. Ni siquiera recuerdo qué fue lo que dijo.

Corrí hacia el río
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