Lobo Blanco.
Durante los siguientes días acompañé a Alina al bosque para que comenzara el proceso de fabricación de una cerbatana a la vez.
Era un tiempo tranquilo en el que para lo único que me pedía ayuda era para encender el fuego.
-Mamá y papá dicen que es bueno saber cómo hacerlo, pero que es mejor si un adulto lo hace. - Dijo la cachorra con ojos enormes llenos de entusiasmo.
Yo la complacía utilizando la magia que Nuestra Gran Madre me había proporcionado. Con un movimiento de mi pata, el fuego se encendía y ella sonreía asombrada cada vez.
Odiaba el fuego, pero por ella yo caminaría entre las brazas con una sonrisa en mi rostro.
Así que mientras ella se concentraba en la madera entre sus manos, mis pensamientos se perdían entre las llamas de la hoguera.
Otra hoguera. Otro tiempo. Otra vida.
El olor de la carne al ser arrojada al fuego, los gritos de agonía y la herida mortal en mi cuerpo.
Mi vida destruida en solo unos pocos años.
Recordé con claridad cómo inició todo.