Capítulo 75.
—Estoy gratamente sorprendido con tu progreso en estos últimos años.
El tono de papá era mitad burla, mitad aprobación. Me habría sentido completamente orgullosa si no fuera porque, en ese preciso instante, me estaba costando hasta respirar.
—Gracias… padre —alcancé a decir, con la voz temblorosa y las manos aún clavadas en el suelo por el esfuerzo.
Él arqueó una ceja, divertido.
—Aun así —continuó—, no creo que esta demostración te alcance para que yo pueda convencer a tu madre de dejar en paz al lobo blanco, pastelito.
—En cuanto… pueda respirar… lo intentaré… con más fuerza.
Papá soltó una carcajada. Yo resoplé.
No sé cómo lo hizo mamá, pero logró alcanzarnos al lobo blanco y a mí en plena huida por el bosque. Lo recuerdo tan claramente: su voz triunfante gritando “¡Atrapé al prisionero malvado!” mientras lo cargaba al hombro, y él… simplemente dejándose hacer. “Dinámica familiar”, me dijo el lobo antes de que desaparecieran entre los árboles.
Yo solo pude verlos irse, con una mezc