Capítulo 18.
-Eso no es mío. - Susurré unos minutos después rompiendo el silencio en la habitación.- El señor Arthur pidió algún conocimiento que yo pueda aportar. No quiero mentir.
El lobo blanco me había llevado a la Casa de la Manada para un rápido refrigerio. Nos encontramos solos ya que técnicamente no era la hora de comer; de alguna manera me encontré comiendo hasta que no pude soportar tener que seguir conteniendo mis preguntas.
-¿Quién dice que eso es mentira?- Dijo mirándome por fin.
-No sé ni de dónde sacaste ese frasco... frascos. Mucho menos sé hacer eso. - Dije cruzándome de brazos.
-Me los dió tu padre, así como la receta para que pudiera hacerlo yo mismo. ¿Acaso nunca te han hablado del pequeño pasatiempo de tu madre?- Yo parpadeé. - Bueno, eso lo explica todo.
-Eso no me explica nada a mí. - Resoplé.
-A tu madre le gusta experimentar con las plantas. Desarrolló el antídoto de eso después de que un lobo curandero inventara el primer frasco paralizante. Eso fue hace varios años;