Rowan
La puerta se cerró con un suspiro grave y el silencio nos envolvió.
Sí, estaba en la habitación de mi suegra, lo tenía muy claro, pero nada en el mundo importaba más que una sola cosa: reafirmar lo que éramos.
—Clara… —mi voz salió ronca, más una plegaria que una palabra en sí.
La busqué con la urgencia, con necesidad de tenerla otra vez. Tenerla a mi lado se sentía como volver a respirar después de haber estado demasiado tiempo perdido.
Mis labios encontraron los suyos y todo lo que me había contenido se rompió. No fue un beso suave; fue uno intenso, con sabor a la adrenalina que había sentido minutos atrás. Varek empujó desde dentro, no para tomar el control sino para envolvernos, para pegarnos a nuestra Luna como si entre los tres formáramos una sola criatura.
Ella me sostuvo el rostro entre las manos. Ese gesto simple me ancló a nuestro vínculo. La oscuridad que todavía latía en mis huesos retrocedía al contacto de su piel, como si cada caricia fuera un hilo de luz que co