Clara
“Así termina…” pensé, dedicando un último pensamiento a Rowan... moriría sin volver a verlo, y eso me partía el alma en dos.
Pero antes de que su garra descendiera, un destello rosa iluminó el bosque. Un golpe de energía lo lanzó contra la nieve con tanta fuerza que el suelo vibró. Caleb gritó, su cuerpo sacudido por el impacto.
—Infeliz hijo de putâ —escupió una voz femenina.
Giré la cabeza y la vi.
Al principio creí que era solo una chica.
Pero al verla bien, supe que no era humana.
Tenía el cabello largo teñido en tonos rosas que se mezclaban con el rubio natural, como si cada hebra gritara rebeldía. Sus ojos brillaban en un rosa intenso, felinos y hechizantes, capaces de hacerte olvidar el frío o el miedo con una sola mirada.
Sonreía con los colmillos todavía ensangrentados, una sonrisa afilada y peligrosa, pero al mismo tiempo juguetona. Llevaba varios piercings en la nariz y en las orejas, y cada detalle en su rostro la hacía ver más atrevida, más imposible de encasillar