Clara
El aire helado me cortaba los pulmones como agujas invisibles mientras corría. Cada bocanada me quemaba por dentro, y aun así, no me detenía. No podía hacerlo. Ese sería mi final...
El bosque frente a mí era un laberinto blanco, cubierto por una capa de hielo que crujía bajo nuestros pasos. Los árboles desnudos parecían gigantes congelados, sus ramas extendidas como brazos que querían atraparme.
Caleb corría a mi lado, o al menos eso intentaba. Su respiración era irregular, sus pasos pesados. Y aunque había logrado abrir la compuerta de hierro conmigo, algo en su mirada seguía sin inspirarme confianza.
—Más rápido… —murmuré con la voz hecha jirones, aunque el viento me tragó las palabras.
—“Te lo dije, Clari. Este plan huele a desastre desde el principio.” —Roxie resonaba en mi mente, su tono cargado de fastidio—. “Primero la genial idea de liberar al idiota, ahora esto. Genial. Fantástico. Bravo.”
—Cállate —jadeé entre dientes, tropezando con una raíz oculta bajo la nieve.
—“¿