Rowan

Varek estaba como una bestia enjaulada en mi mente, luchando por escapar.

Cada fibra de nuestro ser rugía cuando la zorra que estaba a mi lado, esa profesora con la sonrisa falsa y los ojos llenos de desprecio, habló de Clara como si fuera nada.

"Arráncale la cabeza," gruñó mi lobo, su voz un retumbar profundo y oscuro que me quemaba las entrañas.

"No estaría mal," respondí en silencio, apretando los dientes mientras luchaba por mantener la cara de poker.

Cada palabra de esa mujer era una provocación, un insulto a la única persona que me importaba en este mundo.

Cuando el timbre sonó y Clara se levantó corriendo, una sonrisa lenta y peligrosa se formó en mis labios.

"Ella quiere seguir jugando", pensé, sintiendo cómo cada paso que daba la acercaba más a mí. "Y yo la atraparé."

Salí del salón y seguí su olor. Pero nada me preparó para lo que vi al salir de la institución.

Estaba rodeada por unas arpías que se creían con derecho a tocarla, a insultarla.

"¡Ya mátalas!" Se enloque