Capítulo 19: Unión
No recuerdo el momento exacto en que todo se volvió oscuro.

Solo sé que me dolía el cuello y que el aire no entraba.

Después, nada.

Cuando abrí los ojos, vi una luz débil. No era la del Cántaro. Era más fría, blanca.

El techo estaba hecho de piedra lisa. No reconocí el lugar.

Intenté moverme, pero me ardió el cuerpo.

Alguien sujetó mi hombro.

—No te muevas —dijo una voz conocida.

Giré la cabeza despacio.

Eiden estaba sentado junto a mí.

Su rostro tenía ojeras, y el vendaje del pecho estaba manchado.

Tenía la mirada fija en mí, como si temiera que volviera a desvanecerme.

—¿Dónde estamos? —pregunté con la voz ronca.

—En una de las salas del Cántaro. Los custodios nos dejaron quedarnos aquí.

—¿Cuánto dormí?

—Un día y medio.

Tragué saliva. Me ardió el cuello. Intenté tocarme la herida, pero Eiden me detuvo.

—No lo hagas. Todavía no cicatrizó.

—¿Qué pasó con Meyra? —pregunté.

Eiden no respondió enseguida.

Bajó la mirada, respiró hondo y dijo:

—Murió.

No supe qué sentir. No p
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