La aparición de Ethan me desconcertó. La Diosa de la Luna claramente no había terminado de jugar conmigo, lanzándome otro dilema imposible.
Aunque me agradaba Theo, y Ethan no me resultaba en absoluto desagradable, todavía no estaba lista para comenzar una nueva relación. A veces, me despertaba en mitad de la noche, pensando que Tomás podría haberme llamado. Luego recordaba que ya no tenía que preocuparme más por ellos, que había dejado atrás ese capítulo de mi vida.
En esos momentos me invadía el recuerdo de esos siete años de entrega equivocada, de mis errores y estupideces. Me preguntaba si aún era capaz de volver a amar.
Por suerte, Ethan respetó completamente mis tiempos. A pesar de ser el lobo más importante de toda la manada, nunca se mostró insistente. Después de aquella frase juguetona que me lanzó en la ceremonia, no volvió a insinuar nada. Solo aparecía con frecuencia en el colegio para visitar a Theo.
Y, por otro lado, también aparecía otro hombre con regularidad frente al