Capítulo 99. La herencia invisible
El edificio de la Fiscalía General de la Nación estaba blindado de silencio. Afuera, periodistas trataban de captar alguna declaración sobre la caída del Arconte, pero las puertas metálicas permanecían cerradas. Adentro, en un salón de paredes desnudas, se desarrollaba una reunión que nadie vería en las noticias.
Renata Rivas había llegado puntual. Traía un portafolio con las pruebas enviadas desde Lyon y Bogotá, las mismas que habían acelerado la caída del imperio del Arconte. Frente a ella, tres altos mandos del Estado: el Fiscal General, un delegado del Ministerio de Justicia y un asesor de Presidencia. La reunión no tenía actas oficiales.
Y al centro, con un vestido sobrio y el gesto sereno, estaba Eloísa Restrepo.
El brazalete de su casa por cárcel aún brillaba en su tobillo, pero ella lo ignoraba como si fuera un accesorio más. Sus ojos se movían con calma calculada, observando cada gesto en la mesa.
El Fiscal abrió la carpeta.
—Doña Eloísa, usted ha colaborado con pruebas que n