Capítulo 30. La primera grieta.
Julián caminaba sin rumbo por el centro comercial San José, una mole de concreto y vidrio donde las familias se refugiaban los domingos para olvidar que vivían en un país a punto de estallar. Había salido con la excusa de “dar una vuelta” para despejarse, pero en realidad necesitaba espacio. Desde que su madre se involucró en los negocios de la familia Castaño, el ambiente en casa se había vuelto denso, como si una tormenta estuviera siempre por estallar. Emilia no hablaba mucho, pero él sabía que estaba en guerra. Una guerra silenciosa, de poder, de mentiras, de traiciones.
Doblando por uno de los pasillos del último nivel, se detuvo frente a una heladería vacía. Pensó en entrar, pero algo llamó su atención: una figura familiar salía del restaurante La República, junto a un hombre de traje oscuro. Era Esteban. No lo veía desde la reunión en su casa, cuando Emilia habló de las pruebas toxicológicas y cuando él identificó a Clarabella como la mujer en la grabación. Iba inclinado hacia