Maximiliano tragó con fuerza, sus manos apretadas en puños a los costados mientras él observaba a Leonardo, quien lo miraba con una calma peligrosa.
Las palabras del hombre fueron directas, perforando en su mente con su significado, cargadas de una amenaza que no dejaba lugar a dudas.
Aquel hombre estaba dispuesto a todo con tal de que Maximiliano se encargara de su hija y la criatura que supuestamente estaba en su vientre.
¿Fue ese el plan inicial de aquella joven? Seguía sin entender la magnitud de las manipulaciones de Ariadna Valdés o qué pretendía con todo eso, pero lo iba a averiguar.
No se dejaría manipular de ese hombre ni de las palabras de su hija, porque lo que pasó esa noche entre los dos fue cosa de ambos, pero en ese momento él no estaba seguro de si usó o no protección, de todos modos, no veía que aquello fuese razón justificable para amenazarlo y hacerle casar con Ariadna Valdés.
—Quiero hablar con Ariadna. A solas —pidió con voz titubeante Maximiliano, su voz tensa,