Apenas habían pasado unos minutos desde que Ariadna plantó un beso a Víctor frente a Maximiliano, sellando su decisión, y Darcy la llamó “mamá” por primera vez, llenándola de lágrimas. Ahora, Víctor estaba en el sofá, Darcy a su lado abrazando al Señor Gris, mientras Maximiliano, todavía con la cara tensa, se apoyaba en la mesa, los brazos cruzados. Ricardo observaba desde una silla, una sonrisa discreta asomándole, cuando la puerta se abrió y Camila entró con Marc y Eric, los niños oliendo a vainilla y con manchas de helado en las mejillas.
—¡Mamá, el helado era gigante! —gritó Marc, el pelo rojizo revuelto mientras corría al salón.
Eric lamiendo los restos de un cono derretido, los ojos brillando de emoción.
—¡Y yo comí más que Marc! —dijo, chocando contra las piernas de Ariadna antes de notar a Darcy y congelarse.
Ariadna rió, limpiándole una mancha de helado a Eric con el pulgar, pero el corazón le latía rápido. Era el momento. Miró a Maximiliano, que gruñó pero asintió a regañadi