No supo con exactitud lo que había ocurrido, pero el cambio en Dairon era imposible de negar. El luto, el funeral y todas las dolorosas cuestiones que rodeaban a la muerte la mantuvieron ocupada durante algunos días.
— Aun me parece mentira, como si fuese un mal sueño del que voy a despertar en cualquier momento. Una pesadilla vívida... demasiado vívida. — suspiró déjandose caer al lado de Dairon en el sofá.
— Todos los recuerdos de mi infancia inundan mi mente y una avalancha de sentimientos incontrolables me domina. Creo que nunca me he sentido tan perdida... — Se abrazó a su cuello, buscando por primera vez en mucho tiempo el alivio de su cálido abrazo.
Dairon se puso de pie con el rostro transformado por el asco.
— ¿ Estás bien? — preguntó Mara extrañada por su comportamiento frío.
— ¿ Cómo puedes pretender que nada ha pasado?
— ¿De qué hablas? — frunció el ceño confundida.
— ¿ Cómo has podido hacerme esto ?
— ¿ De qué hablas ? — tomó su mano, él se la arranc