Prisión eterna

— ¡Levántalo del suelo!

— ¡ Bestia ! ¡ No ves que no puede mantenerse en pie!

El puño de Vásquez se enterró en su mandíbula con toda la fuerza de su furia. Alice cayó de bruces al suelo.Escupió sangre.

El guarda la tomó por los hombros y ella se tambaleó entre sus brazos.

— Por favor — Le susurró.

— ¡ Vamos! — Arreó Vásquez — Si él no puede cavar su hueco tendrá que hacerlo uno de ustedes dos —. Ordenó, mirando con desdén a sus guardias.

— ¿ Por qué estamos aquí? — Mara miraba a través de la ventanilla la calle hacia su antigua casa.

— Es una sorpresa — Margaret le sonrió.

— Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que estuve aquí. ¿ Me llevas a casa ?Alice me dijo que la habían demolido.

— Shh, cierra los ojos por favor.

Mara levantó una ceja.

— Por favor — volvió a pedir Margaret.

La chica obedeció.

— Sin trampas.

Mara sonrió y se cubrió los ojos con las manos. Félix reía en el asiento trasero.

El auto se detuvo. Margaret la ayudó a salir.

— Ya puedes abrirlos.

Reconoci
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