Cuando desperté, Nate estaba durmiendo a mi lado. Ver dormir a un hombre lobo era todo un halago, pues generalmente no necesitaban dormir más que unas pocas horas al día y nunca debían bajar su guardia. Sin embargo, Nate era amante de las siestas, sobre todo conmigo a su lado.
Debía arreglarme para ir al instituto, pero quería disfrutar un poco más estar entre los brazos de Nathan. Me sentía tan cómoda, con una paz que pocas veces disfrutaba.
Podía parecer algo tonto, pero yo adoraba despertar con Nate a mi lado. Era como si cualquier día pudiera ser un día espléndido y sensacional, solo porque él estaba junto a mí.
Lo sentí removerse, conocedora de que el tiempo comenzaba a correr y que debíamos prepararnos para ir al instituto. El día que se venía sobre nosotros parecía ser mucho más agitado de lo común.
Hoy tendría una seria conversación con mi gran amiga. Quizás incluso tuviera que revelarle lo que soy, y lo que era su nuevo interés amoroso. No sería sencillo, pero confiaba en ell