Rosie. Cabello rojo teñido, por supuesto, anchas caderas, senos voluptuosos, solía sacar provecho siempre a su cuerpo, luciendo la mínima ropa posible. Así podía definir a una perra como ella y no lo decía sólo por celos.Bueno, quizás un poco, pero sí tenía razones.No podía negar que algunas veces envidiaba su cuerpo. ¡Teníamos la misma edad! Sin embargo, Rosie ya parecía toda una mujer, mientras yo aún buscaba dónde habían ido a parar mis senos. No podía negar que tenía una buena parte trasera, pero no podían compararme con Rosie. Ella era todo lo que yo no.Si su actitud conmigo no fuera del asco, podría incluso lanzarle algún piropo alguna vez. Siempre lo hacía con Carol, después de todo. Rosie me despreció desde el primer día y se encargó de hacérmelo saber.—Rosie, que alegría verte —sonreí con falsedad. Al instante me respondió con una sonrisa igual de falsa.—Hola, Eleanna. Hola, bebé —saludó a Nate, tomando su camisa entre sus asquerosas garras y estampando sus asquerosos la
Leer más