Gabriele disfrutaba estar cerca de Cristina, luego de su ofrecimiento solo esperaba que ella terminara cediendo, y en aquella misma madrugada ir a su cama y hacer la suya.
Cristina se levantó, se veía pensativa, inquieta, por su cabeza pasaban cientos de cosas, pero ante la presencia de Gabriele debía actuar de manera prudente.
—Debo ir al baño, no me presiones; al salir daré respuesta a tu ofrecimiento, solo te pido una cosa, deberás ser paciente odio la maldita presión, adicional debes tener en cuenta que no me entregó fácilmente a nadie, y si quieres que corresponda como esposa deberás ganártelo.
Gabriele se acercó a ella, tomó su mano y la besó, sus ojos se fijaron en sus labios, fácilmente se podía notar que estaba sediento de placer, no se le podía culpar, Cristina era la tentación en persona, fácilmente un hombre caía rendido ante su belleza.
—Ve tranquila, yo esperaré todo el tiempo que sea necesario, quiero celebrar contigo cada una de las victorias que lograré —Cristina c