Elena sin estar de acuerdo intentó seguir las órdenes de Cristina, para poner la vida de su padre a salvo está dispuesta a soportar lo que caiga sobre ella, adaptarse a aquella tétrica situación sería su mayor reto.
Nuevamente estaba de regreso en sus labores, con el delantal y aquella jarra de bebida Elena se dirigió a la piscina, a la distancia la observó acostada tranquilamente, apretó los labios y fue directo a ella.
Elena colocó la jarra sobre la mesa y luego se dio vuelta, Cristina dibujó una malvada sonrisa en su rostro, se sentó y fijó la mirada en su sirvienta.
—¡Usted!, venga, aún no le he dado la orden para que se pueda retirar —aquel tono de voz causaba que Elena sintiera escalofríos por todo su cuerpo.
Elena se giró y regresó a donde se encontraba Cristina, fijó la mirada en ella y tragó saliva. Cristina era odiosa, una mujer que no tenía límites, una mujer que era capaz de llevar sus acciones hasta las últimas consecuencias y hacer que sus enemigos lamentaran haber n