La cabaña había sido un refugio, un santuario donde Sophie y Logan habían sanado las heridas que Juliana con sus mentiras había causado y ahora su amor que ardía como una llama imposible de extinguir. Pero al regresar a la ciudad, el peso del mundo real los alcanzó. La tormenta del escándalo aún rugía, y la medalla que colgaba del cuello de Sophie, con su inscripción Siempre volverás a mí, era una bomba de tiempo que amenazaba con detonar todo lo que habían reconstruido.
Ya en la mansión una mañana Sophie se sentó en el borde del sofá, sus manos temblando mientras sostenía la medalla. Logan, sentado frente a ella, la miraba con esa intensidad que siempre la había anclado, incluso en los peores momentos. Pero esta vez, Sophie sentía un nudo en el pecho, un secreto que ya no podía contener.
—Logan —comenzó, su voz quebrándose como cristal—, hay algo que debo decirte. Algo que he llevado dentro de mí que descubrí hace unas semanas atrás.
Logan frunció el ceño, inclinándose hacia ella, sus