Aidan
Me levanté temprano, empacando dos bolsas de ropa.
No estoy seguro de cómo reaccionará Brooklyn, pero no puedo evitar sentir emoción por sorprenderla.
Al mirar el reloj, noto que ella todavía duerme, con la cabeza enterrada entre las almohadas, respirando con calma.
Estoy terminando de empacar cuando escucho el ruido de las sábanas. Me doy vuelta para ver a Brooklyn moverse, sus ojos abriéndose lentamente mientras parpadea contra la luz.
—Buenos días —digo con una sonrisa, acercándome a la cama.
Ella se estira, con los ojos abiertos de par en par al verme con las dos bolsas. —¿Qué está pasando? ¿Qué es todo esto? —pregunta, con la voz aún adormilada.
Me río, sintiendo esa pequeña emoción por la sorpresa que he planeado. —Preparé una sorpresa para nosotros. Nos vamos de fin de semana.
Los ojos de Brooklyn se iluminan al instante. Se incorpora en la cama, casi brincando de emoción. —¿En serio? ¿A dónde vamos?
Sonrío. —Es una sorpresa.
Ni siquiera me deja terminar la frase. —¡Estoy