Aidan
Nos dirigimos al bar, abriéndonos paso entre la multitud, y me sorprendo inclinándome un poco más cerca de lo necesario. Brooklyn pide una copa de vino y yo pido otro whisky, mi mano descansando sobre la barra, los dedos golpeando suavemente al ritmo de la música.
—Así que eres fotógrafa de bodas, ¿eh? Debes haber visto cosas... interesantes —bromeo, levantando una ceja.
Ella ríe, sus ojos se iluminan.
—No tienes idea. Algunas bodas son como cuentos de hadas, y otras son... bueno, digamos que “interesantes” se queda corto.
Ambos reímos, y ella se acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja, un movimiento suave que capta mi atención. Sin pensarlo, levanto la mano y aparto con cuidado su cabello, mis dedos quedándose un poco más de lo debido.
—Eres hermosa —digo, y sale más bajo de lo que pretendía.
Aun así, puedo ver el destello de sorpresa en sus ojos.
Nos quedamos allí un momento, la energía entre nosotros cambiando, ahora más tranquila, pero aún cargada. El aire se siente