Inicio / Romance / Los Trillizos Secretos de mi Esposo CEO / Capítulo 3: Criando al hijo de otra mujer
Capítulo 3: Criando al hijo de otra mujer

SIENNA EVERHART

—Mami, no quiero ir, por favor —suplicó Peter aferrándose a mí mientras Dominic comenzaba a perder la paciencia. 

—¡Peter, obedece cuando se te habla! —exigió Dominic con voz más firme, haciéndolo temblar. Lo tomó del brazo y lo metió al carro entre llantos, dejándome sin un pedazo de mi corazón. 

—Dominic… ¿qué significa todo esto? —pregunté llena de rabia contenida, pero él no contestó, solo le abrió la otra puerta a Melanie, mientras ella lucía una sonrisa victoriosa. Antes de que él entrara, cerré la puerta de golpe, por fin logrando tener su atención. Lo vi directo a los ojos conteniendo mis ganas de golpearlo para ver si lograba generar algo en él, aunque fuera dolor—. ¡A ver!

»Puedo entender que fueras serio y frío, te compro que así eres y entiendo que yo no sea suficiente para hacerte cambiar de parecer y muestres algo de cariño, está bien, no soy la mujer que pensaste tener como esposa, ¡yo tampoco creí que me casaría con alguien como tú! ¡Estamos a mano en eso! —aunque quería sonar controlada, las lágrimas no dejaban de caer, no solo por la tristeza, sino por esa rabia que se hacía cada vez más grande, por la frustración de sentirme como una maldita broma—, pero… ¿en serio me hiciste criar al hijo de otra mujer? ¿Cómo podías verme a la cara cuando yo más feliz era con mi bebé? ¿Te burlabas en secreto? ¡¿Se te hizo muy gracioso?!

—Sienna, no pienso permitir que me hagas un circo aquí, en la calle —sentenció tomándome del brazo, viéndome con ojos amenazantes—. Ve a casa, relájate, toma un baño y hablamos de esto en la noche. 

—¡Claro! ¡Por que es algo tan sencillo que puede esperar hasta la noche, mientras tú te vas con una completa desconocida, por lo menos para mí, porque para ti, bueno, ya tienen un hijo juntos así que muy desconocida no es! —exclamé haciéndolo enojar mientras me quitaba su mano de encima.

—Estás perdiendo el control sin siquiera saber nada, ni entenderlo. Cuando se te baje la histeria, entonces hablamos —agregó con los dientes apretados, dispuesto a abrir de nuevo la puerta, pero lo volví a detener, esta vez posando mi mano sobre su brazo de manera gentil, ya ni siquiera me quedaban fuerzas para pelear, ni ganas.

Volteó lentamente y me puso atención, pero sabía que no duraría mucho. 

—Entonces… ¿qué fui todos estos años? Siete años de matrimonio tuvieron que significar algo, pero no necesariamente lo mismo para los dos, me queda claro —dije con una sonrisa cansada y sin ánimos de verlo a los ojos—. ¿Solo necesitabas una niñera? ¿Un juguete para distraerte en las noches? ¿Para qué casarnos si solo podías ser sincero y decir que… no querías nada serio, solo una niñera para el bebé de ella y para ti?

Por primera vez en toda la discusión noté que parecía sorprendido y desconcertado por mis palabras. Entornó los ojos y negó suavemente con la cabeza, como si todo lo que dije fuera absurdo o delirios de loca. 

Suspiró apesadumbrado y se tronó el cuello antes de volver a hablar, con una voz aparentemente más gentil:

—Hoy es el cumpleaños de mi abuela… 

—Lo sé —lo interrumpí, esa mujer era la única que me quería de su familia, claramente una fecha tan importante no me pasaba desapercibida. 

—Tengo cosas que hacer…

—Me queda claro —lo volví a interrumpir y noté que eso lo molestó, pero en ese punto no me importaba, quería arruinar su día especial con su familia perfecta lo más que pudiera, tal vez así sentiría una décima parte del dolor que me acababa de producir sin aparente remordimiento. 

—No llegaré a tiempo para pasar por ti. Él chofer te llevará y yo llegaré después. ¿Entendido? —Me pellizcó el mentón obligándome a levantar el rostro hacia él—. Cuando la celebración termine, hablaremos de todo esto, pero no quiero más exhibiciones ni circo. Compórtate. 

Y así, sin darme más explicaciones. Sin pedir perdón ni justificarse, se fue en el lujoso carro, dejándome atrás. Sintiéndome reemplazada en mi propia familia. En menos de una hora, me habían arrancado el corazón, lo habían pisoteado y me habían abandonado como un perro en medio del camino.

Si no me había quedado claro antes que no era prioridad para Dominic y que nunca le importé como me hubiera gustado, ahora me quedaba claro. Solo había sido una marioneta, un pasatiempo del que aparentemente ya se había aburrido, mientras que yo me tomaba la relación en serio y luchaba por complacerlo.

Una maldita farsa que comenzó una noche de copas. Bueno, no es la mejor forma de comenzar una relación, pero tampoco pensé que sería la peor. 

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP