Capítulo siete. Una noticia mala y otra buena.
A la mañana siguiente, Gael miraba su ordenador esperando que se conectase la video llamada y, al ver su reflejo en la pantalla, hizo una mueca. Parecía un cadáver. Eso le enseñaría a beber coñac con un anciano que probablemente tenía coñac corriendo por sus venas, pensó.
Stratos había querido brindar por el trato y a Gael no se le había ocurrido ninguna razón para no hacerlo. Sin embargo, horas después de escuchar innumerables historias sobre la isla y la infancia de Olivia, todas regadas con vaso tras vaso de coñac, había salido trastabillando de la suite.
Apenas había podido pegar ojo, esperando que la habitación dejase de dar vueltas. Y cuando por fin se quedó dormido, en sus sueños era perseguido por Praxis Stratos, que reía como un maníaco mientras Olivia le tiraba ramos de novia a la cara.
—No se te ocurra analizar el sueño — murmuró.
Cuando tosió, sintió que su cabeza estaba a punto de explotar. Estaba alargando una m