Capítulo cincuenta y seis. El precio del poder.
El amanecer sobre Atenas tenía un tono dorado y cruel.
La ciudad despertaba, pero Andreas Konstantinos ya había tomado su decisión.
Mientras el tráfico rugía a lo lejos, él conducía por la carretera costera de Lavrio, el lugar donde todo había comenzado años atrás.
El aire olía a sal y recuerdos.
En el asiento del copiloto, un sobre cerrado llevaba el sello del Grupo Konstantinos.
Adentro, había documentos, firmas, y una carta que podía destruir a Themis Valeris… pero también exponía secretos de su propio padre, Demetrios.
Andreas apretó el volante.
No podía permitir que ese hombre siguiera usando el pasado como arma.
Esa mañana pondría fin a la amenaza, aunque tuviera que mancharse las manos.
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Mientras tanto, en la suite del hotel, Ariadna de