Capítulo cuarenta y dos. Un latido que lo cambia todo.
El consultorio médico estaba impregnado de un olor suave a desinfectante y flores frescas. Ariadna apretaba con nerviosismo la mano de Andreas mientras esperaba en la sala. Era la primera ecografía oficial de su embarazo, y aunque lo había soñado en silencio tantas noches, ahora el miedo la golpeaba con fuerza.
—Estás temblando —susurró Andreas, inclinándose hacia ella.
—Es que… no sé qué esperar. ¿Y si algo no va bien? —respondió con voz temblorosa.
Él le acarició el rostro con el dorso de la mano, mirándola con esa intensidad que la desarmaba.
—Ariadna, lo que pase, lo enfrentaremos juntos. Pero tengo un presentimiento: todo va a estar bien.
El médico los recibió poco después y, tras los saludos cordiales, pidió a Ariadna que se recostara sobre la camilla. Mientras preparaba el equipo, Andreas se mantuvo a su lado, sin soltarle la mano.
El silencio se rompió con un sonido que llenó la habitación de vida: un latido fuerte y acele