Capítulo 46

—Eso no es asunto mío —dijo Maya, dándose la vuelta para marcharse.

—¡Qué grosera! —murmuró Roberto, y acto seguido pasó su brazo por encima de sus hombros.

—¡Ah! —Maya quedó atrapada en sus brazos y tuvo que seguir su paso. Furiosa, gritó—: ¡Roberto, suéltame!

—Almuerzo.

—¡No quiero!

—Entonces tendré que llevarte yo.

Se sentaron junto a la ventana de un restaurante de lujo. Maya estaba allí contra su voluntad, mirándolo con disgusto.

Roberto la había obligado a acompañarlo.

Él revisaba el menú mientras la camarera le sonreía con evidente paciencia. Los guapos siempre recibían mejor servicio.

Maya no alcanzó a escuchar qué pidió Roberto. Solo oyó un: “Esto, esto y esto”, mientras la camarera asentía y tomaba nota.

Cuando ella se fue, Roberto levantó la mirada y la observó. Apoyó la mano sobre la mesa y tamborileó suavemente con las yemas de los dedos.

Maya apartó la mirada hacia la ventana.

No tenía idea de qué pretendía Roberto.

Llegaron los platos. Maya notó que la mayoría eran sus
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