Capítulo 12 —¿Recuerdas lo que te dije...?
Narrador:
El teléfono vibró en la mesita de noche. Sofía lo miró unos segundos antes de contestar, respirando hondo.
—Hola, papá.
La voz grave de Roman llegó al instante, pero no brusca, sino cargada de esa calma firme que solo usaba con ella.
—Hola, hija… ¿cómo estás?
Sofía sonrió apenas, aunque sus ojos seguían húmedos.
—Bien. Cansada, pero bien.
—¿Segura, cariño, que estás bien? —preguntó él, con esa forma de insistir sin levantar la voz.
—Sí, tranquilo, papá, estoy bien.
Roman guardó silencio unos segundos, como si evaluara el peso de su respuesta.
—Quiero que me cuentes cómo van las cosas con el Italiano. ¿Has podido acercarte lo suficiente?
Sofía se giró hacia la ventana, buscando la ciudad con la mirada. En una mano tenía el móvil pegado a su oreja y en la otra la libreta negra, pegada a su pecho.
—Estoy cerca, pero todavía no tengo lo que buscas. Se protege demasiado. No baja la guardia.
Roman asintió al otro lado, con un murmullo