Los días del viaje soñado habían quedado atrás. Todo comenzaba a volver a la normalidad.
Federico volvía a ocuparse de los negocios; pasaba la mayor parte del día fuera de casa, aunque siempre regresaba por la tarde para estar con Elizabeth.
Ella aprovechaba esas horas para ponerse al día con la universidad. El nuevo ciclo lectivo estaba por comenzar y debía rendir algunos exámenes pendientes del año anterior.
Mientras tanto, la salud de Alfonso seguía desmejorando. Sin embargo, los médicos coincidían en que la enfermedad avanzaba lentamente, lo cual, aunque no cambiaba el desenlace, al menos aplazaba su partida. Victoria no se despegaba de él, atenta a cada detalle, y se negaba a que se ocupara de cualquier otro asunto, incluso los negocios.
Así fue como Esteban asumió esa responsabilidad. Dividía su tiempo entre su trabajo y la empresa, sabiendo que tarde o temprano tendría que tomar las riendas por completo.
Ahora que Federico ya no viajaba con tanta frecuencia, Víctor había logra