Las noticias sobre la desaparición de Elizabeth ya se habían difundido por todas partes. Todos hablaban de su secuestro, intentando averiguar qué había sucedido o adónde podrían haberla llevado los captores, si es que aún seguía con vida. Para sus seres queridos, era desgarrador.

Federico no había dejado de buscarla. Seguía cada pista, por mínima que fuera, y había ofrecido una recompensa considerable por información, pero nada había dado resultado.

Se había abandonado por completo. Nadie lograba hacerlo entrar en razón, ni siquiera Santiago. Su figura, alguna vez imponente y segura, se había visto quebrada por la ausencia de Lizzy.

Todos temían que, si seguía así, terminara perdiendo la cordura y porque no, su vida.

Quien seguía cada noticia con atención era Renata. Lejos de sentir miedo, estaba convencida de que Elizabeth estaba muerta. Sabía que el único detenido no hablaría, porque su familia estaba amenazada. Tal como estaba planeado, toda la culpa recaería sobre él.

Federico