Capítulo 118 Eloisa y Lucas.
Días después, además de la familia, varias personas se trasladaron hasta Bahía Grande para brindarle el descanso final a Alfonso.
Víctor y su familia, Lucía y Santiago, y por supuesto, Pablo, estaban presentes.
Mercedes, con el rostro hinchado de tanto llorar, apenas podía sostenerse en pie. Le habría encantado despedirse, pero por razones obvias, no había podido hacerlo.
Un sacerdote pronunció una oración para darle la bendición, y luego depositaron una urna preciosa sobre la tumba de Eloísa.
Victoria le dio un beso antes de dejarla.
—Aquí te quedas, mi amor… pero siempre me vas a acompañar. No creas que vamos a dejar de discutir, ¿eh? —sonrió con ternura.
Federico acompañó a Lizzy todo el tiempo. Esta vez no permitió que Pablo se le acercara.
Al retirarse, Elizabeth saludó a todos con amabilidad.
—¡Pablo… viniste! —sonrió—. Gracias.
Federico lo miraba serio y disgustado.
—Por supuesto —respondió Pablo, devolviéndole la sonrisa—. Me lo pediste… ¿cómo decirte que no?
La mirada desafian