El funeral de Alfonso Valverde fue multitudinario. Una enorme cantidad de personas se acercó a despedir a ese gran hombre que, a lo largo de su vida, se había dedicado a hacer el bien a los demás.

Gente desconocida para su familia se presentaba para ofrecer sus respetos y compartir anécdotas conmovedoras. Esteban y Victoria no podían menos que asombrarse: habían vivido junto a un hombre profundamente querido y ni siquiera lo sabían.

Elizabeth, en cambio, conocía el corazón de su tío. Lo había acompañado muchas veces en sus gestos desinteresados. Incluso Federico, que podía ser el hombre más ruin que existiera, no tenía una sola queja contra Alfonso. Él siempre lo había tratado con justicia.

Lucía y Santiago acortaron su viaje para estar con Lizzy. También Pablo se hizo presente.

A pesar del disgusto que le provocaba, Federico se comportó a la altura. Se mantenía serio, imperturbable, enfundado en un impecable traje negro, con la camisa haciendo juego. A su lado, su esposa estaba deshec