Lisa
Mi amiga había aceptado hacer videollamada conmigo mientras me preparaba. Su cara apareció en la pantalla apenas la conecté, sonriendo como si supiera exactamente por qué la estaba llamando.
—A ver, contame qué pasó —dijo sin rodeos.
Suspiré. Me senté frente al espejo y dejé que mi reflejo hablara antes que yo. Ojeras leves, cabello desordenado, el gesto de alguien que había tragado demasiadas emociones sin masticarlas.
—Fue… raro —empecé—. Estar en el mismo lugar que él después de tanto tiempo. No es que quiera verlo. No es eso. Pero… no sé, stefani . Sentí el ambiente pesado. Y esos roces… —negué, molesta conmigo misma—. ¿Por qué tienen que pasar esas cosas? ¿Por qué no podemos simplemente coexistir sin que nada se mueva?
—Porque sos humana, Lisa —respondió ella, siempre tan práctica—. Y porque Cristian no es cualquier persona. Es el padre de tus hijos. Y aunque no estés enamorada, hay historia. Eso no desaparece porque vos querés.
Me mordí el labio, incómoda.
La tarde