Cuando nos subimos al coche de Jed, el ambiente se tornó incómodo. Por primera vez desde que lo conocía, me sentía nerviosa por tenerlo cerca. Y no, no estaba exagerando, sí que era la primera vez.
Supongo que crecer y a la vez ver a la persona de la que te vas enamorando, cada día, te quita esos nervios; esa intranquilidad. Para mí, estar cerca de Jed era tan normal, que mis sentimientos por él también lo eran. Pero, esa noche, las cosas estaban diferentes, y eso sólo lo causaba el saber que esa era nuestra primera cita… al menos oficialmente.
— ¿A dónde vamos?— inquirí después de que pasáramos unos minutos en el silencio.
Necesitaba sacar conversación para aplacar mis nervios, porque, Jed por su lado, no se veía para nada preocupado o incómodo; todo lo contrario. Mantenía una pose relaja: una mano puesta en el volante, y la otra descansaba en el aire, por tener el codo apoyado en la ventanilla abierta.
Luego estaba yo, que sentía que podía morir de combustión espontánea en el minuto