Jed continuó mirándome con intensidad, mientras que yo le daba vueltas a las palabras que había dicho.
— Jade— volvió a llamarme—. ¿Tú me quieres?
¿En serio me preguntaba eso? ¡Por supuesto que lo quería, muchísimo de hecho! Vale, esa no era la mejor manera de decírselo, y mucho menos en mi caso, cuando lo que sentía era unilateral y no mutuo, pero bueno, así es como funcionan los sentimientos; tendemos a querer a las personas que no deberíamos, aunque tampoco es algo que podamos controlar a voluntad.
Alcé la barbilla, dejando nuestros rostros aún más cerca, sin quererlo.
— ¿Tú qué crees?— inquirí.
El castaño me miró con demasiada confusión en la cara.
— En estos momentos no sé qué creer— dijo honestamente.
Sus ojos destilaban sinceridad, como muy pocas veces sucedía. Normalmente había algo extraño y misterioso en Jed, pero, al menos esa vez, no había rastro de nada de eso.
— Claro que te quiero, Jed— dije tras soltar una exhalación de