Casi dos horas después. El teléfono de Axel vibró sobre la mesa de la cocina, interrumpiendo el silencio cargado de sus pensamientos. Era un mensaje de Vincent.
«Axel. Comunícale a Marcus y al resto del clan. El juicio de Mason queda suspendido hasta nuevo aviso. Hasta que todas las partes involucradas puedan estar presentes.»
Axel leyó el mensaje dos veces. Luego una tercera. La sangre empezó a bullir en sus venas, caliente y rápida. ¿Estaba loco? ¿Suspender el juicio del bastardo que había violado las leyes más sagradas y, por si fuera poco, había profanado a su compañera? Sin pensarlo dos veces, marcó el número de Vincent. Su hermano contestó al primer tono, como si lo estuviera esperando.
—¿Recibiste el mensaje?— preguntó Vincent, su voz calmada, lo que enfureció aún más a Axel.
—¡¿Estás completamente loco?! — estalló Axel, sin preámbulos, su voz retumbando en la cocina vacía. —¿Suspender el juicio? ¡Ese maldito merece ser despellejado vivo y arrojado a los lobos ahora! ¿Para qué