Carlos se ofreció a llevarlo a su casa, sin embargo, él se negó y regresó a su hotel a pie. No quería escuchar el sermón de su padre o las burlas de su hermana.
Únicamente quería hablar con ella un momento. Dejo que la lluvia lavara su rostro cansado un momento y se decidió a volver muy temprano al día siguiente.
Después de la lluvia, un hermoso día soleado llegó.
Ximena no se dio cuenta de lo que había ocurrido. Y, pese a la mirada complicada de sus padres y hermanos, todos trataron de darle la mejor boda que ella hubiera querido.
Esteban al verla en la entrada de la iglesia, se quedó sin aliento. Parecía una princesa de cuento, brillante, emocionada y hermosa.
Sin prestar atención a nada más, caminó como poseído hacia ella.
Esa mirada, esa emoción. Todo estaba destinado a un hombre distinto. Al llegar se dio cuenta de la seguridad, también notó que no se trataba de un hombre cualquiera.
Si no se daba prisa, todo por lo que había luchado durante años se le escapar