Esteban se puso de pie y la miró aún más sorprendido.
—Ximena, tú…
Ella sin medir un poco su rabia siguió despotricando.
—¡Debiste saber lo que implicaba estar con ella! ¡Maldita sea! ¡Casi nos mata! ¡Mato a mi bebé! ¡¿Cómo diablos es que no…?!
En un segundo su enojo se esfumó y lo miró como si hubiera hecho un gran descubrimiento. Esteban se estremeció y se atragantó con su propia saliva incrédulo.
—No, Ximena, yo nunca.
Ella como si fuera una bestia rabiosa trato de liberarse mientras gritaba a todo pulmón.
—¡Eres un maldito! ¡Todo éste tiempo confié en ti! ¡Bastardos miserables!
Sus lágrima comenzaron a caer mientras lloraba y gritaba llena de dolor y rabia.
—Ximena, escúchame yo nunca…
—¡Cierra la maldita boca! ¡No voy a creer nada de lo que digas!
CLAP, CLAP, CLAP.
—Vaya, vaya, vaya. Así que está es la mujer que tanto adora Lucas. Igual de loca y desquiciada que ese mocoso. Me agrada.
Gergen que acababa de llegar al departamento, fue atraído por los gritos de Ximena