Capítulo 79. Oscuros recuerdos.
—Adelante, por favor —señaló Pablo con amabilidad.
El señor caminaba apoyándose en un bastón, pero aún así desprendía una presencia fuerte y notable. Con firmeza, tomó el brazo de Mónica y entraron juntos a la vivienda.
En ese instante, Francesco presionó suavemente el brazo de Catalina para que lo mirara.
—Creo que es mi madre —murmuró ella tan quedo que Francesco apenas oyó su voz, aunque pudo entender lo que decían sus labios por el movimiento.
La fastuosidad del recibidor no logró asombrar a Francesco y Catalina. Acostumbrados a la grandeza de su propia residencia, una mansión que rivalizaba en magnificencia con aquella, su atención se centró inmediatamente en las dos figuras inmóviles que aguardaban en el centro del salón.
Sus miradas escrutadoras analizaron cada detalle de la escena, intentando descifrar la compleja dinámica que se desarrollaba ante sus ojos. La tensión palpable en el aire era más elocuente que cualquier adorno ostentoso o mueble de diseño.
Para ellos, la verdad