Capítulo 144. Placer.
Un gemido profundo y lleno de puro placer abandonó los labios entreabiertos de la mujer, un sonido apenas audible que escapó de lo más íntimo de su ser.
Su cuerpo se arqueaba ligeramente, respondiendo a la exquisitez de la sensación, mientras sentía cómo su clítoris era deliciosamente atormentado por la lengua húmeda, cálida y experta de su marido.
Cada roce, cada lamida, cada suave succión enviaba una descarga eléctrica que se propagaba desde el epicentro de su deseo, extendiéndose por cada fibra de su ser, encendiendo su piel y acelerando su pulso hasta un ritmo frenético.
La respiración se le cortaba, y un calor intenso la invadía, disolviendo cualquier pensamiento que no fuera la embriagadora ola de sensaciones que la arrastraba hacia el abismo del éxtasis, a merced de su amante.
Catalina apretó las sábanas entre sus manos hasta formar dos puños, los nudillos blancos por la fuerza. Se mordió el labio inferior con tal intensidad que casi sintió el gusto a hierro, todo para no gemir