Capítulo 142. Justa condena.
Catalina, mientras abrazaba a su familia en el hospital, sintió una certeza fría y clara: la pieza que faltaba para cerrar aquel doloroso episodio en sus vidas era su propio padre, Tobías Praga. Él era el origen de todo este calvario, el arquitecto de su sufrimiento.
Fue él quien, en un acto de traición inimaginable, había vendido a su madre años atrás, sumiéndolas en una vida de incertidumbre y dolor. Y luego, con la misma crueldad despiadada, había intentado hacer lo mismo con ella.
Catalina, con el corazón endurecido por tanto daño, esperaba de verdad que su padre pagara con prisión, una larga y justa condena.
Para ella, la muerte sería un regalo, un escape demasiado fácil para un hombre que merecía un castigo prolongado por cada herida que había causado y por cada vida que había destruido. La justicia, esta vez, debía ser lenta y dolorosa, acorde a la magnitud de sus crímenes.
Y el anhelo de Catalina se convirtió en realidad una semana más tarde. Su padre, Tobías Praga, fue finalm