Capítulo 143. Embarazada.
Francesco asintió, su rostro pálido y la frente perlada de sudor; realmente se sentía de la patada y no tenía fuerzas ni para discutir con su esposa.
La idea de una cama y un poco de paz era mucho más atractiva que cualquier argumento. Así que, dos horas después, se encontraban sentados en la sala de espera del consultorio médico, con una tensión inmensa en el entorno mientras aguardaban los resultados de los exámenes que el doctor le había solicitado con urgencia.
La incertidumbre se cernía sobre ellos, grande y pesada.
—No creo que esté enfermo, Cata, de verdad —alegó Francesco, su voz un poco débil, mientras intentaba convencer a su esposa y, quizás, a sí mismo—. Estos malestares, estas náuseas, solamente me dan por las mañanas. Es raro, ¿no crees? Quizá sea solo estrés o algo que me cae mal al despertar.
—No me discutas, Francesco. Por favor —respondió Catalina, su tono firme y sin espacio para argumentos. La preocupación era evidente en sus ojos, pero se mantenía decidida—. De to