Capítulo 14. Intenso temor.
—Eres un extraño para mí, y no tengo ningún deseo de conocerte. Mi único anhelo es encontrar seguridad, alejarme de todos aquellos que buscan lastimarme —dijo entre lágrimas.
Francesco sintió en carne propia la angustia de la joven. Recordaba vívidamente su propio desconcierto y terror durante las horas de secuestro en las oscuras bodegas, los golpes brutales que lo habían llevado al límite.
Si él, siendo hombre, se había sentido tan vulnerable y desorientado, no podía imaginar la magnitud del miedo y la confusión que embargaban a Catalina en esa situación.
—Te doy mi palabra de que no te lastimaré. Aguarda un momento, voy a buscar algunas prendas para que puedas vestirte —afirmó él.
Catalina observó cómo él se marchaba del cuarto, percatándose de la omisión del seguro en la puerta.
Una punción de esperanza la invadió: quizás esta era su única vía de escape. Dio un par de pasos vacilantes hacia la salida, pero se detuvo abruptamente. La incertidumbre la asaltó. ¿Cuál sería su destino?