Luego de ver la escena del beso entre Samantha y Alessandro sentí que mi mundo no tenía sentido. Lo único que podía ayudarme a separarme de la realidad era de nuevo estar con una mujer. Ver a Ambar después de tanto tiempo fue realmente excitante, pero, aunque estaba con ella para olvidar. Era imposible.
La besé con locura como si no existiera un mañana, pero solo podía saborear y soñar con los besos de Samantha. De nadie más. Observé mi móvil y su nombre estaba en la pantalla. Mi corazón literalmente se paralizó. Intenté ignorarla.
Eran casi las doce de la noche y luego de pensar por unos minutos qué hacer, detuve lo que hacía con Ambar, me alejé a la terraza, y llamé a Samantha.
Repicó muchas veces y no atendió.
Ambar me esperaba envuelta en sus sabanas aún sedienta de deseo, pero en ese instante solo pensaba en Samantha. Por más sexo que tuviera, nada iba a llenar esa sensación única que ella despierta en mí desde la primera vez que la vi en la granja.
Me disculpé con Ambar sin darl