Samantha me observó y hubiera deseado saber qué pensaba, no decía nada, solo me miró, parpadeó un par de veces y se retiró. Me sentí verdaderamente triste con su despreció. Me importaba, significaba mucho para mí y me dolía pensar que para ella no significaba nada y me apartaba nuevamente.
Intenté no pensar en ella y volví a la habitación con Alicia. Aún estaba dormida, pero estable. Sus amenazas habían funcionado y ahora tenía miedo de lo que pudiera ser capaz de hacer por mi culpa. Samantha era el centro de mi atención, pero Alicia mi completa realidad.
A los pocos minutos, Alicia, despertó:
―Cariño…
―Tranquila, descansa.
―Quiero irme a casa―dijo aun con sus ojos adormecidos.
―Mañana volveremos.
Volvió a cerrar sus ojos y el médico entró para un último chequeo de la noche. En la mañana volvería y le daría el alta si seguía bien.
Había pensado en avisarle a sus padres lo sucedido, pero en realidad sería alborotar algo que prefiero que quede en secreto. Alicia había intentado quitarse